Uncategorized

Los 27

Feliz cumpleaños a mí que soy bien guapa

El 24 de marzo cumplí 27 años.

Todos los años me escribo algo como regalo pero este año me costó, estaba seca. Seca, seca, seca.

Y yo pensé que iba a ser diferente, porque joder ¡son 27 años! Pero no. Y es que los 27 no son fáciles.

Cuando yo me enteré que existía la edad de 27 años estaba en la adolescencia. Y ustedes dirán “¿y esta pendeja no sabe que todas las personas cumplen 27 años?” Obviamente que lo sé, lo que no sabía era que representaban una especie de hito antes de la adultez extrema de los 30.

(SE LLEVA LAS MANOS AL PECHO) Entiéndanme, (entra música de Nirvana) yo crecí viendo VH1 y MTV y su promocionado “CLUB DE LOS 27”: Janis Joplin, Jimi Hendrix, River Phoenix, Amy Winehouse, Kurt Cobain.

¡Oh, mi querido Kurt!

Kurt se suicidó el año en que nací, a los 27 años, hace 27 años. La casualidad tiene un humor negro muy bueno. Lo cierto es que por un motivo o por otro murieron. Y yo me dije: «Rhaimar ¡pilas! que la gente a esa edad se muere o se suicida» y fue ahí donde le agarré idea a los 27.

La muerte es una cosa muy fuerte. La primera muerte cercana que tuve, sin contar la de todas las mascotas de las que me he despedido, fue la de mi abuelo. Recuerdo que no entendía bien cómo debía sentirme. Y me reprochaba demasiado porque no terminaba de  llorar. Llegué a pellizcarme tantas veces y nada, no salían las lágrimas.

Me sentía vacía, ausente de emociones. Los conocidos me daban el pésame y yo respondía con mi mejor cara de sufrimiento de cortesía (PONE LA CARA DE DOLOR FINGIDA). Hasta que al fin llegó mi primo y me abrazó… (SUSPIRA) y lloré.

Hermano, ¡lloré! Es que me privé tanto, pero tanto que el pobre no sabía que hacer conmigo. Y tuve que volver a pellizcarme pero esta vez para parar de llorar. Qué mala costumbre tengo de pellizcarme en los muslos cuando no obedezco.

¡Qué importante es el consuelo verdadero!

Me sentí tan aliviada cuando me recompuse. Entendí que no me desahogaba porque me sentía perdida, pero en ese abrazo encontré mi dolor y me aferré a él.

Por cierto, ahora que estamos hablando de dolor, miedo y de no saber qué hacer. Hace unas semanas me persiguió un hombre. Me tropezó al salir del gimnasio y unas cuantas cuadras más adelante interrumpió mi camino para invitarme a salir, con una actitud insistente en invasiva. Por supuesto que me negué y pues no lo tomó muy bien porque acto seguido me persiguió hasta una cuadra antes de llegar a mi casa donde me detuve tratando de que no adivinara donde yo vivía. ¡Qué miedo!  Y ¡qué HIJO DE PUTA!

Es más (MIRA AL PÚBLICO) “Odiado acosador si llegas a ver esto quiero que sepas que de todo corazón deseo que se te estrangulen los webos y tengan que extirpártelos” (SONRÍE LANZA UN BESO Y FORMA UN CORAZÓN CON LAS MANOS).

Saben yo pensé que este suceso no me iba a afectar tanto hasta que empecé a soñar con él. Soñé un par de noches que él me perseguía y lograba alcanzarme, me tapaba la boca y me arrastraba a un callejón oscuro. Pero en mis sueños mando yo y no soy tonta, así que cuando este tipo me llevaba a la fuerza pasamos por un contenedor de basura donde había un atizador que mi inconsciente había colocado estratégicamente para que yo lo tomara y ¡Zas! Se lo clavé en el estómago (HACE EL ADEMÁN DE CLAVARLE EL ATIZADOR) y este hombre cayó al suelo y ahí aproveché para darle una buena patada y gritarle con todas mis ganas ¡ESTO TE PASA POR WEBÓN! Y me fui de ahí victoriosa saboreando mi venganza.

Yo toda la vida he tenido sueños fuertes y exigentes, que no me dejan descansar. Desde muy pequeña los he vivido, son súper conceptuales, simbólicos, con un montón de frases encriptadas. Con colores, formas y situaciones codificadas. Algunos incluso tienen continuidad a través de los años. ¡Qué bolas! ¡Qué fuerte! Por eso es que no me gusta dormir sola.

Claaaro, a medida que fui creciendo evolucionaron y se hicieron más complejos. Al inicio eran muy rudimentarios. Recuerdo de uno de cuando tenía unos 6 o 7 años, soñé que el abuelito de unos primos había caído en una de esas lavadoras antiguas, saben “las chaca- chaca” y estaba en auténtico peligro porque estaba encendida, y como mi madre me había dicho que si yo metía las manos ahí las aspas me destrozarían los dedos imagínense lo que le sucedería a él que se metió completo. Él me pedía ayuda y yo quería dársela pero no podía porque yo estaba chiquita y si le daba la mano me llevaría con él y nos lavaríamos hasta morir, así que me senté en una piedrita a taparme los ojos y llorar hasta que dejé de escuchar sus gritos, cuando abrí los ojos y me asomé en el tambor solo quedaba agua cristalina y su ropa limpiecita. Nunca entendí porqué no salió de ahí, él era más grande podía escapar pero sin embargo solo me pedía ayuda a mí. Y como era de esperarse me levanté llorando.

(CORTA POR COMPLETO LA SITUACIÓN) ¿Y por qué yo estoy hablando de tanta muerte en mi cumpleaños? ¡Qué barbaridad, por dios! Mejor repasemos mis logros hasta ahora.

Yo soy licenciada en Comunicación Social de una de las universidades privadas más importantes de mi país (SE RIÉ) y aunque sufrí depresión y una ansiedad muy fuerte en los últimos años de mi carrera, de las cuales todavía me estoy recuperando, lo logré. Me gradué, recibí mi hermoso título, que no me ha servido para nada hasta ahora pero lo tengo. ¡Eh! Lo tengo (CON ÉNFASIS).

Bueno el título y la medalla… (HACE GESTO DE NEGACIÓN) pero los años estudiando en una universidad de Caracas… ¡JUM!.. a esos sí que me dejaron aprendizaje, digamos que no es tan fácil que me joda cualquier pendejo ¡A mí no me vengan con cuentos!

Pero si me pongo a pensarlo bien, muchísimos años antes de graduarme para no ejercer fui avisada por el universo. Cuando tenía unos 15 o 16 años y me faltaba muy poco para salir del bachillerato, que abro paréntesis a ese título sí que le he sacado provecho a los empleadores les encanta cuando eres un estudiado de closet y se sonrojan mientras ven a la mano de obra calificada y muy, pero muy barata que están a punto de contratar.

Vuelvo a mi historia, entonces a esa edad empecé a trabajar en una tienda de feng shui, dónde aprendí que las personas están dispuestas a gastar mucho dinero en cosas que algún gurú o señor de los astros recomiende para atraer el amor y el dinero. Llegaban a la tienda y me confesaban sus secretos más picantes y sus despechos financieros a mí yo que en aquel entonces era una adolescente que solo sabía recomendar pulseras de piedras verdes o rosadas. (DIVERTIDA Y PÍCARA) También me daba el lujo de prescribir algún ritual por el cual debían comprarnos algunos muñequitos costosos, velas, esencias y cualquier adorno que se me ocurriera en el momento. ¡Me hacían caso! A fin de cuentas era yo la que estaba detrás del mostrador. Me sentía mística y me dejaban buena propina que era lo importante.

Pero esa no fue la señal de la que les hablé. El aviso se dio cuando conocí a la dueña de aquel lugar, una mujer de unos 30 y algo, que había estudiado lo mismo que yo quería estudiar y en la misma universidad de la que yo más adelante me graduaría y que lo único que le quedaba de aquellos años académicos eran unas cuantas fotocopias de guías sin leer y una extraordinaria habilidad para hacer diapositivas.

Pero tranquilos que al no conseguir su huequito en el mundo profesional aprovechó su estadía en la capital para hacer unos cursos de Feng Shui de un par de días y se regresó a nuestro lindo pueblo donde montó su negocio. Por unos cuantos años se ganó la vida, vendiendo sus adornitos y haciendo pulseras, siempre se comía un helado por las tardes y su esposo y amigos la visitaban en su tienda así que imagino que era una mujer feliz. Alguien que coma dulces por las tardes siempre la consideraré una persona feliz.

Pero sí, no lo vi venir. ¿Entendieron a lo que me refería? Joder es que yo me pierdo en mis cuentos. ¡Coño que no ejerció! Ese es el resumen.

Me disculpan si digo muchas palabrotas pero es que a mí me gusta decirlas. De pequeña me encantaba escribir “hija de puta” en mi laptop de Barbie. Siempre escondida para que mi mamá y mi abuela no se dieran cuenta. Yo era toda una rebelde (SE RIE)

Cuando estuve en terapia en aquel último año de la universidad, uno de los más oscuros de mi vida por cierto, mi psicóloga en una sesión insinuó que yo podría padecer del síndrome de Peter Pan y a mí me dio gracia hasta por un momento me pareció maravilloso. Y es que cónchale, de todos los síndromes que existen este no me parece tan malo, o será porque tiene un nombre que me parece lindo.

Pero si me sincero con ustedes, es cierto. En el fondo me niego a crecer. No quiero sufrir la perdida de mis seres queridos y amo vivir nuevamente mis recuerdos.

¿Se podría crecer sin en el dolor que deja la madurez?

Bueno ya estoy en este mundo y en breve me imagino que lo averiguaré.

Por ahora solo me queda desarme unos ¡Felices 27 años! Celebro a la mujer inteligente, sensible y valiente en la que me estoy convirtiendo.

Espero volver a verlos el año que viene, amigos. ¡Salud!

Fin.

Parte de los panas chéveres que se fueron pal club… (Lo siento, amigos ¡Pa’ allá no voy!)
Uncategorized

Dos años ya

El susurro del mar

Hay noches en las que olvido que tengo algo que antes no tenía.

Si yo cierro los ojos puedo escucharlo. Por las noches, al dormir, si hago silencio, si me quedo calladita aparecerá como si de un acto de magia se tratara.

Hablo del mar.

El Atlántico que se ve desde mi ventana. Ese frío océano al que mi cuerpo caribeño no se atreve a entrar.

Lo escucho cada noche, algunas le da por rugir acompañado de la lluvia estridente y un viento silbón, que me da tanto miedo como aquel espectro que aparecía por los llanos venezolanos.

Otras reposa plácidamente, imperturbable, meciéndome hasta conciliar el sueño como mi mamita de cabellos rizados lo hacía antes de irse al trabajo cuando yo era una niña.

Yo no sabía lo que era vivir con el mar tan cerca. Aquí el silencio es espuma y sal. Y yo que vengo del dulzor de la guayaba del patio de mi casa me dejé abrumar.

En casa, allá lejos, cuando era pequeñita y me iba a la cama lo único que alcanzaba a oír eran los grillos, o al menos eso creía yo que eran.

Por las noches grillos y por las mañanas pajaritos. Siempre así hasta que crecí y me mudé a una ciudad donde los sonidos al dormir son de temer.

Tanto temí y temí que más temprano que tarde migré.

En esa primera noche en tierras extranjeras me sorprendí al toparme con ese sonido omnipresente, banda sonora de mis pensamientos desde aquel día. Lo he interiorizado tanto que a veces lo silencio entre el ajetreado mundo que se discute en mi cabeza.

Pero una buena noche como la de hoy, en un merecido momento de silencio, lo escucho consolarme mientras recuerdo aquellos lindos grillitos que en casa me susurraban al oído «Buenas noches, pequeña».

FF

Enero 2021

Opiniones

El primer día

Cada mes tengo un primer día, el cual siempre es muy doloroso.

Para mí no existe la comunión ni el romanticismo con este hecho primario e innato de mi sexo, mucho menos cuando ya se va acercando el momento de que llegue.

Quisiera abrazarme a eso que me hace «mujer«, que es natural y representa muchas cosas. Pero no, es doloroso y molesto de tantas maneras que no me da la gana de tirarle flores. Este sentir no me lo impusieron, es el fiel testimonio de lo que yo he experimentado.

Muchos de los procesos naturales que tiene que pasar una mujer son dolorosos: el desarrollo, la menstruación, el embarazo, el parto, la lactancia, la menopausia. Y todo esto lo vive montada en una montaña rusa de emociones bajo la mirada fija de otras mujeres y por supuesto de hombres.

Estos dolores «naturales y maravillosos», vienen del hecho de que somos o fuimos fértiles (palabra más hermosa), me rompen los ovarios (qué expresión tan curiosa he elegido para este sentir, pero es así).

Vivo disculpándome conmigo misma y con los demás por mis constantes cambios de humor en esos días, por mi malestar premenstrual que me imposibilita pues «es solo la regla tampoco es para tanto».

La verdad es que no sé cómo será ese primer día para las demás mujeres pero para mí es matador.

*¡Advertencia! A continuación viene una descripción de dolencias si le molestan este tipo de detalles es momento de dejar de leer*

Mi periodo se traduce en: dolores fuertes de vientre, de coxis y de cabeza que me impiden seguir mi ritmo de vida. Vamos a sumarle que me inflo como un globo, ganas constantes de ir al baño, senos a reventar, frecuentes diarreas y bajones intensos (que si estornudas o toses pierdes). De esta forma tan bonita me recuerda nuestra biología que poseo el don de la vida en mi útero.

¡Presión! ¡Presión! ¡Presión!

¿Qué usas para evitar la vergüenza de mancharte de tu propia sangre? ¿COMPRESAS, TAMPONES, COPAS O BRAGAS ESPECIALES? Piénsalo muy bien porque alguien te puede mirar mal.

Quisiera ser tan feliz como las chicas de los comerciales que ofrecen estos productos.

¿Y si no quiero usar nada y solo quiero estar en casa y desnudarme?

¡Maldita sea todo!, no me digas que ser mujer es fácil no me importa si tú eres una.

Fabiola Ferrer

Uncategorized

Palabras

Quisiera poder escribir para ustedes palabras hermosas.

Que al leerlas se enamoren y recuerden buenos tiempos.

Pero la verdad no tengo ese poder,

Aunque ya les digo... quisiera.

Quisiera muchas cosas se los juro,

Una de esas es poder escribirles palabras hermosas.

Pero querer no es poder,

Ya les dije, yo lo quiero pero no puedo...

Y por eso estoy aquí disculpándome.

Aunque si puedo pedirles disculpas me doy por complacida.

Porque disculpa y perdón son ambas dos palabras hermosas.

FF

2017
Uncategorized

Depresión

Pequeñita, pequeñita
Cada alba te marquitas.

Pequeñita, pequeñita
Ya no corres por el mundo

Pequeñita, pequeñita
Ya no sientes, ya no gritas.

Pequeñita, pequeñita
Ya los sueños se apagaron.

Pequeñita, pequeñita
Acostada en tu desgracia.

Pequeñita, pequeñita
Deja que el mundo te abrace.

Pequeñita, pequeñita
Toma un sorbo, luego el otro.

Pequeñita, pequeñita
Eres más de lo que crees.

Pequeñita, pequeñita
Permítete ser grande este día

FF
2018
Uncategorized

Inconcluso

Sal de mi mente te lo  pido por favor.
Sal de mis recuerdos.
Sal de mis memorias.
Es injusto que sigas en mí.
La vida sigue...
Y las decisiones fueron tomadas.
Nos dijimos tantas cosas,
Fantaseamos tantas historias juntos.
Te besé tantas veces.
Pero de eso no queda nada que pueda palpar.
No te puedo tocar.
No te puedo oler.
No puedes sentirme así yo te lo pida.
¿Fue mi culpa?
O ¿fue la tuya?
Debería odiarte.
Aborrecerte.
Así sería más fácil no mirar atrás.
Pero todavía sonrío cuando por error te invoca mi nostalgia.
Me paseo por el pasado,
Me miras otra vez. 
Te acaricio tu pecho hundido.
Me besas y mi piel se eriza.
Susurramos lo que sentimos. 
Si lo decimos así, bajito.
Imperceptible.
Tal vez no se arruine...

Ahora...

¿Puedes mirarme a los ojos y decirme que me amaste?
Que no solo yo lo viví y que para ti tampoco ha sido sencillo.
A veces pienso en lo tonta que he sido.
En que de verdad no querías lo que yo sí.
¿Cuando parará de dolerme? 
Girando y girando en este ciclo sin fin.
Pero llegará un día en el que todo se rompa
En que ya no me importe si piensas en mí.
Y ese día me sentiré liberada.
Y no será necesario que te despidas de mí.

FF
Enero 2019
Uncategorized

Las pequeñas cosas

Del otro lado de la pared 
vive alguien que necesita escuchar 
sus canciones favoritas para dormir...

Del otro lado de la pared 
vive alguien que necesita descansar en paz y 
arrastra sus pies por la alfombra mientras prepara su cama..

Del otro lado de la pared 
siempre encontrarás a alguien 
que ni dormida deja de degustar sus pasiones, 
esas que no se van con los años 
ni con la traición de una mente vieja...

Del otro lado de la pared 
vive alguien desconocido para mí 
pero que me ha confortado cuando de verdad lo necesitaba, 
musicalizando mis sueños y haciéndolos más bonitos, 
más livianos...

Gracias por estar esta noche mujer del otro lado de la pared, 
por compartir conmigo algo que necesitaba y no sabía...

Gracias por envejecer al otro lado 
escuchando tu amada música para dormir sin pedirme nada a cambio.

FF
Junio 2019